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LUCHAR CONTRA LAS DROGAS

La lucha contra las drogas requiere superar algunos estereotipos

Esta tesis de la FAD se analizará desde este tres de junio y hasta el próximo viernes cinco de junio en el congreso 'Hablemos de drogas' que organiza la Fundación La Caixa.

gaceta.es - 02-06-09

El cannabis es la droga más extendida entre la población española, según datos de Sanidad

 

 

Las campañas y estrategias contra las drogas no consiguen los resultados esperados, el consumo no desaparece. Esa es la conclusión a la que ha llegado la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). Por qué y cómo solucionarlo es lo que se va a analizar desde hoy y hasta el próximo viernes en el congreso Hablemos de drogas que la Fundación La Caixa ha organizado junto con el ministerio de Sanidad y Política Social en Barcelona.

 


No todas las sustancias  tienen el mismo nivel de riesgo; la respuesta debe adecuarse a cada situación
"El consumo de drogas ha estado estigmatizado durante mucho tiempo porque se ha asociado, principalmente, a los heroinomanos", explica el profesor de Antropología de la Universidad Rovira i Virgili. Marginación, debilidad, mono, deterioro físico. Estos son los síntomas y las consecuencias del consumo que se han instalado en el imaginario colectivo. "Debemos superar algunos estereotipos como éste y ser conscientes de que si se siguen tomando es por algo", explica Romaní, ponente del congreso. Es decir, reconocer sus posibles aspectos positivos.
 
Esta última afirmación sigue la línea planteada en el último informe de la FAD, que explica que ni todas las sustancias ni todos los consumos tienen el mismo nivel de riesgo y que, por tanto, la respuesta debe adecuarse a cada situación. Romaní va más allá y plantea que sólo se gana credibilidad ante los adolescentes si se reconocen los aspectos positivos o lo que ellos consideran bueno (mayor facilidad para relacionarse, bienestar momentáneo, entusiasmo, energía, felicidad y otras sensaciones provocadas por estas sustancias). Eusebio Megías, director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, se muestra de acuerdo con el profesor catalán: "Hay que reconocer que cada sustancia puede tener distintas utilidades, pero también dejarles claro cuáles son los riesgos. Es más complicado, pero ganamos credibilidad con nuestros hijos si nuestra respuesta es gradual y adecuada al riesgo real".

 

Equilibrio

 

"No podemos montar un pollo porque se ha fumado un porro y, en cambio, ver como algo normal que llegue borracho a casa", explica Megías. Los dos expertos coinciden en que la percepción de peligrosidad difiere en función de la legalidad o no de las sustancias consumidas, pero insisten en que no están tan lejos unas de otras. "El cannabis es el paradigma. Los padres se enfadan o preocupan más por su consumo, pero puede que éste haya sido solo pasajero. No lo ven como el alcohol y, sin embargo, éste puede tener más riesgos con el tiempo". En su opinión, se ha satanizado el consumo de algunas sustancias mientras que se ha banalizado el de otras (las legales).
Reconocer los aspectos positivos de las distintas sustancias ofrece credibilidad ante los hijos

 


Ambos ponen el acento en la persona y en su contexto más que en la sustancia. Esta es también la estrategia a seguir que propone la FAD: fijar en las personas el foco de atención. Romaní intenta explicar que es más importante conocer dónde, con quién y por qué los jóvenes consumen determinadas sustancias. "La dependencia de las drogas viene muchas veces determinada por las distintas asociaciones (fiestas, amigos, etc.), no tanto por la cantidad ingerida", sugiere el antropólogo.

"Los padres deben asegurarse de las circunstancias", insiste. No es lo mismo que un adolescente se fume un porro con sus amigos en una excursión como algo extraordinario a que lo haya consumido en compañías que los padres no conocen o consideran poco recomendables, razona Romaní. El grado de preocupación varía en estos casos. También el informe de la FAD reflexiona sobre los distintos tipos de consumo y concluye que no es lo mismo probar o tomar alguna sustancia de forma esporádica y experimental que ingerirla de forma habitual: "Los riesgos están matizados por su finalidad y por los contextos en los que se producen".
 
Tanto Romaní como Megía coinciden en que es difícil llegar a tener problemas con las drogas si no se tienen otro tipo de problemas afectivos o sociales: La integración, la socialización y la educación son fundamentales para no caer en ellas.
 
"Puede ocurrir, pero si se mantiene una comunicación generalizada con los hijos, se les explican los aspectos positivos y negativos de las distintas sustancias y se les enseña que forman parte de la realidad y que se pueden tropezar con ellas, es complicado que lleguen a tener problemas
", comenta Megía.

 

Uno de cada cinco jóvenes fuma derivados del cannabis

 

Los expertos insisten en no olvidar el alcohol y el tabaco como drogas adictivas a pesar de su legalidad y su control. El alcohol resulta más barato que otras sustancias y, aunque existen restricciones para su compra por edad y por horarios, es bastante accesible para los jóvenes. Más de la mitad de los adolescentes de entre 14 y 18 años, el 58% , consume bebidas alcohólicas habitualmente según la Encuesta estatal sobre uso de drogas en estudiantes de enseñanza secundaria. El mismo estudio rebaja la proporción a uno de cada cuatro cuando se trata de tabaco y a uno de cada cinco cuando se refiere a cannabis.

Los datos del Ministerio de Salud corroboran lo que critican los expertos: las estrategias y campañas de los últimos quince años no funcionan con todas las sustancias. El mayor conocimiento sobre las consecuencias de la heroína ha servido para mantener el mismo nivel de consumo, pero no ha ocurrido lo mismo con otras drogas. En la última década se ha doblado el número de personas que, sin ser consumidor habitual, asegura haber probado alguna vez en la vida el cannabis, el éxtasis o la cocaína. Actualmente, el cannabis es la más extendida entre la población, seguida por la cocaína.

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